¿Qué pasa con todas las palabras que no decimos?

¿Qué pasa con todas las palabras que no decimos? Es una pregunta que me hizo alguien alguna vez. Y ahora es una pregunta que ronda mi cabeza cada vez que no me dan la oportunidad de expresar lo que siento, de decir la despedida adecuada, de mandar el discurso que se quedó en las notas de mi celular.

¿Qué hacemos con todo ese amor que nos quedamos cuando alguien decide ya no estar con nosotros? A veces no sé qué hacer con todos los “te quiero” que no dije o con las palabras que me faltaron por hablar. Mi película favorita dice que: Cuando quieres a alguien lo dices. Pero no siempre tenemos la oportunidad y no siempre somos correspondidos. No hay nada más doloroso que seguir queriendo a alguien que ya no te quiere, no es fácil soltar, toma tiempo (y escuchar las canciones de Elsa y el Mar muchas, muchas veces), pero un día despertamos y nos damos cuenta que ese amor se quedó en los recuerdos y ya no duele.

¿Cómo decimos adiós cuando no nos dan la oportunidad? Me cuesta aceptarlo, pero no siempre tenemos la despedida que merecemos, a veces tener un cierre depende sólo de nosotros y la única opción es decir adiós en silencio y nunca mandar ese mensaje de “Te extraño”. ¿Saben qué hago cuando no puedo despedirme? Escribo cartas. Le escribo a esa persona el adiós pendiente, dejo que mis palabras fluyan y con el punto final dejo ir. Le escribí a mi abuela que se fue un día de enero sin previo aviso, a mi mejor amiga de la infancia que dejó de serlo y se convirtió en mi primer corazón roto, a todos esos casi algo que desaparecieron siempre con el mismo discurso, a mi perra de la que no pude despedirme y tuve que llorarla a la distancia…

¿Qué pasa con todas las palabras que no decimos? Creo que las palabras que no dijimos encuentran la manera de llegar a su destinatario, en forma de canción, de una frase en un libro, de un poema. Espero que mis palabras algún día encuentren a su destinatario y así dejen de habitar en una esquina de mi mente.